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Sor Juana Inés de la Cruz: Redondillas de sabor



Sor Juana Inés de la Cruz fue una apasionada de la cocina. Nace el 12 de noviembre de 1648 en San Miguel Nepantla, Estado de México. Hija natural de la criolla Isabel Ramírez y Pedro Manuel de Asbaje de origen vasco.


Sor Juana manifestó un gusto por la cocina desde niña. Al lado de su nana Catalina, quien la hacía participar en la elaboración de deliciosas platillos para su abuelo Pedro Ramírez, en la hacienda de San Miguel Nepantla.
A temprana edad ingresó en la Ciudad de México a la orden de las Carmelitas Descalzas. Debido a las duras tareas que ejercía en esta congregación, se cambió al convento de las Jerónimas, donde revitaliza el amor a la cocina. Para ella es como un gran laboratorio de química, donde desarrolla esa alquimia que la lleva a realizar deliciosos postres para la corte virreinal.
Para finales del siglo XVI, se encontraban numerosos monasterios en las principales ciudades de la Nueva España, donde las artes culinarias eran una imprescindible actividad diaria.

En estos lugares de reposo, las monjas preparaban deliciosas recetas tomadas de recetarios españoles e italianos, que eran traídos por ellas o familiares.
Conforme llegaban los conquistadores, fueron apareciendo en América nuevos productos que se integraron a la riqueza del panorama gastronómico indígena. La alimentación cotidiana reluce con el consumo del arroz, la cebada, el garbanzo, el centeno, el ajonjolí, la lenteja, la avena y, principalmente, el trigo.

La elaboración de las conservas en almíbar empezó a surgir en estos lugares de recogimiento, con higos, duraznos, membrillos, limones y naranjas. Las confituras se hacían de frutas secas como almendras o avellanas importadas de España y pepitas de calabaza.
En 1979 el Instituto Mexiquense de Cultura en conjunto con la Biblioteca Sor Juana, publicaron un manuscrito de cocina de Sor Juana Inés de la Cruz. Es un pequeño cuadernillo donde ella tal vez plasma las recetas que más le gustaban o que disfrutaba preparar.

El escrito muestra las observaciones culinarias que la llevaban a la meditación de la física experimental, otra de sus pasiones, pero a la vez demuestra su familiaridad por la cocina.
Dentro de su obra poética, hay algunos poemas dedicados a los virreyes marqueses de La Laguna y a los condes de Paredes, donde menciona los nombres de algunos dulces, que enviaba como obsequio. En el poema “Acuérdame Filis Mía…”, dice que para satisfacer el antojo de la marquesa, que se encontraba encinta, y agradecerle el que le hubiera regalado una diadema, la envía un dulce de nuez cocinado, con rayos de Apolo.

En ocasiones a la misma virreina le preparaba “peces bobos” y otro guiso con gallina, así como un recado de chocolate. Otro de los temas que se encuentra en algunos de sus villancicos es que habla de la leche, la cual se tiene que sacar a serenar para que se cuaje, de las ensaladas, de los dulces y de las hierbas que se usan en la cocina para la salud.
El escrito tiene un gran repertorio de recetas de antes de diversas frutas, como el mamey, la nuez y de piña. Destacan los buñuelos de queso, de requesón, de viento, hojuelas, huevos moles, huevos reales, ante de natas, postres de nuez, jericayas, bien me sabe y manchamanteles, entre otros.
Y para seguir recordando a la Décima Musa, les comparto una receta, tal y como ella la escribió.
Buñuelos de requesón
Una libra de harina
Media de requesón
Yemas de huevo
Una mantequilla. 

Se amasan, cortan y fríen.

1 comentario:

  1. Quienes dan como fecha de su nacimiento el año 1648, como Octavio Paz, lo hacen afirmando que fue en diciembre. Quienes apoyamos la versión de que fue en 1651, como Clara Campoamor, somos los que sí damos el 12 de noviembre como fecha.

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