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San Pascual Bailón: el santo de l@s cociner@s


Para dar sazón a los platillos, no hay como pedirle a San Pascual Bailón 


San Pascual nació en Torrehermosa, Zaragoza, el 17 de mayo de 1540, un día de Pascua el cual determinó su nombre. Agradable fraile que mientras adoraba al Santísimo, los ángeles le ayudaban a dar sazón a los suculentos guisos que preparaba para su comunidad.

Era de origen español y de la orden de los hermanos cooperados, dedicados a las labores domésticas. Por siglos se ha relacionado a San Pascual con la cocina, ya que era adorador de la eucaristía, lo que en la religión católica significa el pan.


Desde pequeño fue pastor, cuidaba los corderos de su tía Isabel, aunque no por mucho tiempo, ya que más tarde ingresó en la Orden franciscana, donde sobresalió por su devoción a la Virgen y a la Eucaristía. Dueño de un carisma celestial, enriqueció a otros con sus consejos y también con algunos de sus escritos en los que resumió su experiencia espiritual.

Murió en Villareal de los Infantes, Castellón, en 1592 y fue canonizado por Alejandro VII, quien lo nombra patrono de las asociaciones y congresos eucarísticos.



Varios pintores han tratado de plasmar el rostro de este santo; en una, San Pascual está cuidando a sus corderos, otras lo muestran en la cocina del convento, con sus ángeles cocineros; algunas más lo exhiben orando a la Eucaristía.


Algunos escritos narran que San Pascual Bailón nunca le negaba el pan a nadie, porque en alguna de las personas que le pedía ayuda se podía encontrar a Cristo. Es una imagen a la que muchas mujeres y cocineros recurren a su ayuda, ya que su forma de ser era toda bondad, y más tratándose de comida.

En México fue muy invocado en las cocinas poblanas, en varias de ellas se encuentran grandes imágenes realizadas en mosaicos de talavera, enclavados en las paredes de las cocinas de casa y de conventos. Existen algunos ex votos, tanto de religiosas, como de cocineras, donde agradecen a San Pascual, la buena sazón que dieron a sus platillos.



Haz que la mesa por i inspirada con tus dones y gracias se vea honrada; y que exista la paz y reine el amor, y que abunde el pan, el vino y la flor.

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