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La cerveza y su llegada a México


A partir de 1825 se desarrolla la industria cervecera en México. A raíz de esto, surgen establecimientos donde se disfruta de la refrescante bebida

Fue la mitología egipcia quien enseñó a la humanidad el arte de fabricar cerveza. Y fue Osiris el Dios de la Agricultura quien dio a las mujeres hermosas y de familias nobles la receta para que se dedicaran a su elaboración. Otros que se dedicaron a la preparación de la cerveza fueron los monjes de algunas congregaciones religiosas, ya que dentro de sus tareas estaba la realización de esta bebida en sus monasterios.

En México esta refrescante bebida tiene algunos antecedentes en la época colonial, dónde se señala que en 1544, Alfonso de Herrera pidió permiso para establecer una cervecería al estilo europeo. Herrera tuvo gran éxito, pues vendía a 8 reales la arroba, precio justificado en parte por la escasez de cebada y trigo.

La bebida fue del gusto de los habitantes de la época, ya que hasta el propio Virrey la disfrutaba, así como la población mexicana, aunque en ocasiones preferían mejor el pulque.

En 1825 llegaron a nuestro país, expertos en cerveza originarios de Suiza, Alemania y Alsacia para desarrollar algunas fábricas en la capital.

Es entonces cuando la cerveza empieza a introducirse en los mesones, en restaurantes de estilo europeo y cantinas capitalinas. Establecimientos como La Alhambra, La Ópera y El Gallo de Oro comienzan la venta de cerveza de barril a principios del siglo pasado. La Hostería de Santo Domingo también inicia, por aquellos años, la venta de la cerveza El Quijote.

La tequilería Manrique, en la esquina de República de Chile y Tacuba, así como la tradicional cantina El Nivel incluyen la cerveza en su repertorio de bebidas. Al mismo tiempo surgen locales especializados: El Salón Gambrinus en la calle de Alma y La Hispano-Mexicana, en Parroquia.

Más tarde, en los años 30 y 40, toman auge estos lugares, especiales en servir una bola, el tarro de caña o la siempre famosa “Tongolele”, fastuosa inmortalización a Yolanda Montes, bailarina de  la época.

Es así como surge La Ola, en la calle de República de Uruguay; La Coronita, en Bolívar y Madero; La Polar, con su tradicional birria; El Salón Argentina, entre Paraguay y Argentina.

La mejor campaña de la cervecería Modelo, en sus inicios, fue la que desarrolló el dueño de la empresa, Nemesio Martínez, repartía 500 pesos entre sus empleados de confianza para que fueran a las cantinas a consumir e invitar a toda la concurrencia que se encontraba.

La bota surge en México a fines del siglo XVIII. Sin embargo en los años 20 las compañías cerveceras comenzaron a absorber el costo de la comida ofrecida a los asistentes; siempre y cuando consumieran al menos una cerveza, que costaba entonces 20 centavos.

El cronista Salvador Novo narra en algunos textos que las cervecerías se convirtieron en lugares donde también se degustaba el free-lunch, abundante, suculento y caliente, que alborotaba con violencia el apetito. Pavo al horno, entre rodajas de limón y de cebolla, aceitoso bacalao a la vizcaína, carne de puerco en chile verde picoso, caldosas rajas con queso fresco. Platillos hechos para degustar junto con un tarro de cerveza.

En la actualidad se disfruta de una gran variedad de cervezas y la botana sigue siendo su fiel acompañante de tan grata bebida.



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